21/9/2016
Testimonio de Cristina Santedicola
Después de unos cuatro años de luchar contra un linfoma no hodgkiniano que no respondía definitivamente a ninguno de los tratamientos que existían hasta entonces, a finales de 1997 me informaron de que la medicina ya no tenía nada que hacer por mí. En otras palabras, había llegado el final del camino terrenal.
Unas semanas más tarde, mientras trataba de encontrar algún atajo para continuar por el camino, me enteré de que la FDA (la agencia norteamericana que controla los alimentos y los medicamentos) había aprobado el uso experimental en humanos de un nuevo medicamento diseñado exactamente para ese tipo de linfoma. Como bióloga apasionada por la vida y como paciente que no quería morir, decidí «correr tras» esa última posibilidad. Casi dos décadas después de haberme curado, sigo dando gracias a Dios, a los médicos, a los investigadores, a los sujetos de las pruebas de laboratorio, a los abogados y también a las personas y empresas que financiaron la investigación que dio como resultado ese medicamento.
He observado con preocupación el alarmante avance del cáncer en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo. En estos países, los desafíos son aún mayores debido a la especificidad regional de algunos tipos de cáncer, la escasez de recursos para la prevención y el diagnóstico precoz y la falta de una cultura de apoyo financiero a la investigación clínica, a pesar de los beneficios fiscales que se otorgan a todos los donantes, tanto personas físicas como jurídicas.
El Proyecto Cura es un estímulo en este escenario, ya que su objetivo es precisamente recaudar recursos para apoyar la investigación de nuevos fármacos para combatir el cáncer en Brasil. Aquí tenemos reglas estrictas para la aprobación de la investigación por parte de los comités de ética locales, que forman parte de una red reguladora nacional que protege la seguridad y el bienestar de cada participante en la investigación.
Los beneficios derivados de la investigación clínica no solo llegan a los pacientes que se curan y retoman su curso de vida normal. También añaden valor a las instituciones y profesionales que participan en sus distintas etapas, abriendo nuevas fronteras del conocimiento científico que sustentarán los nuevos avances científicos.
La vida no tiene precio. ¡Por favor, ayude al Proyecto Cure a sanar vidas!
Cristina Santedicola
Biólogo, Magíster en Geología
Salvador 13 de septiembre de 2016
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