26/1/2021

La vacuna, un pacto colectivo de salud

Todavía es difícil para muchas personas entender el concepto de vacuna, cómo funciona y su importancia. Sin embargo, de forma sencilla, la vacuna puede entenderse como un «remedio preventivo», por lo que su función es profiláctica, es decir, la vacuna hace que el organismo del receptor sea resistente a una determinada enfermedad, lo que evita su aparición y posterior propagación en la población. La importancia de vacunarse radica precisamente en ese punto. Cuando nos vacunamos no solo nos protegemos a nosotros mismos, sino también a nuestra familia, amigos e incluso a aquellos que no conocemos.

La primera vacuna apareció en 1798 y se desarrolló a través de las observaciones y estudios de Edward Jenner. El científico inglés identificó que algunos trabajadores no estaban infectados por la viruela porque ya se habían infectado por la viruela bovina, un tipo de enfermedad más leve. Basándose en este marco, Jenner comprendió que las sustancias biológicas que causan enfermedades, cuando se introducen en los pacientes de forma atenuada o inactiva, podrían estimular al sistema inmunitario a reconocer la bacteria o el virus y producir anticuerpos contra la enfermedad. En este caso, la vacuna garantizaría que el organismo del paciente desarrolle defensas para que, en caso de entrar en contacto con la causa de la patología, pueda combatirla.

A lo largo de los años, las vacunas han sufrido mejoras y se han realizado nuevos descubrimientos, pero su idea sigue siendo la misma que la descubierta por Edward Jenner. Por ello, la mayoría de las vacunas siguen actuando en el organismo hoy en día simulando el efecto que produce cuando entramos en contacto con un agente infeccioso y, como consecuencia, nuestro sistema inmunitario crea anticuerpos para protegernos de él. Sin embargo, con la vacuna no hay necesidad de padecer la enfermedad para hacerse resistente a ella. La vacunación estimula las defensas del organismo contra una determinada enfermedad sin que el individuo tenga que enfermarse.

Entre las enfermedades graves que las vacunas tienen el poder de proteger, se encuentra el cáncer. La vacuna contra el VPH puede prevenir la aparición de cánceres de pene, garganta y ano en los niños y cánceres de cuello uterino, vulva, vaginal y anal, además de lesiones precancerosas, verrugas genitales e infecciones por el VPH en las niñas. La vacuna se puede tomar de forma gratuita en el SUS, sin embargo, debido a la desinformación, muchos no vacunan a sus hijos, ya que asocian la vacuna con fomentar la iniciación sexual temprana, ya que la vacuna contra el VPH evita que el virus se transmita a través de las relaciones sexuales y se aplica a niños entre niñas de entre 9 y 14 años y niños de 11 a 14 años. Por este motivo, El número de casos de la enfermedad ha ido aumentando a lo largo de los años.. Sin embargo, se eligió este grupo de edad debido a la alta exposición a los anticuerpos y la menor probabilidad de tener contacto sexual con el virus.

También en noviembre de 2020, investigadores de la Universidad de Oxford anunciaron que sus pruebas para desarrollar una vacuna contra cáncer de mama El triple negativo, el más grave, tuvo una eficacia del 100% cuando se probó en ratones. La vacuna se ha desarrollado desde 2009 y, como todas las demás, lleva años de estudios hasta que se aplique a la población. Sin embargo, en tiempos de crisis, como la propagación de la COVID-19 en la población, las investigaciones y las pruebas se duplican y la colaboración internacional entre los investigadores se intensifica para encontrar una Vacuna contra el coronavirus con rapidez y eficiencia. Aun así, las vacunas se producen en el laboratorio con un gran rigor técnico, científico y sanitario. Es importante señalar que los profesionales de la salud hacen un gran esfuerzo para garantizar que las vacunas no presenten efectos secundarios o, si los hay, sean lo más leves posible. Además, también se llevan a cabo densas investigaciones para que las vacunas no provoquen las enfermedades que quieren combatir.

Otro detalle importante es que las vacunas no siempre se producen con los agentes biológicos que causan las enfermedades. Por lo tanto, las vacunas pueden estar compuestas por toxinas del organismo invasor, como en la vacuna contra el tétanos; por el agente patológico en estado atenuado, como en la vacuna contra el sarampión; o inactivas, como en la vacuna contra el VPH y el BCG. También existen vacunas que están compuestas por los anticuerpos que combaten la enfermedad y no por su agente causante, como la vacuna contra la hepatitis B.

Por último, las vacunas previenen y salvan vidas. Pero para ello, hay que prestar atención al calendario de vacunación y a las dosis de refuerzo para que las enfermedades que ya se han erradicado no vuelvan a cobrarse víctimas. De esta forma, es posible entender por qué la vacuna es un pacto colectivo por la salud, ya que es una medida de prevención de enfermedades que depende de la colaboración de cada uno de los ciudadanos.

Texto de Leticia Barbosa

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